jueves, 27 de marzo de 2014

Una declaración inesperada


Pedro se sentía no tanto abatido o hundido, pues por esos trances ya había antes pasado, sino profundamente decepcionado y desilusionado. Veía que aquella mujer a la que quería pasaría por su lado sin que él nunca pudiese tener posibilidad de que ella compartiese sus sentimientos. Se había hecho ya a la idea de perderla y se daba por vencido, veía que finalmente se iría.

- No sé si no valgo lo suficiente, si no tengo encanto y cualidades para no ganarme un mínimo de su atención. Otros lo harán mejor que yo y otro estará junto a ella. -Pensaba Pedro-.

Con lo que no contaba él, es que el corazón de las mujeres no obedece a unas leyes y condicionamientos fijos, sino que para y arranca, frena y acelera, va de aquí a allí. Y así, cuando recibió una llamada, mientras el estaba mirando como llovía por la ventana y el teléfono sonaba en su escritorio, no tuvo mucha prisa en contestarla.

- ¿Será Juan?, bien, voy a ver.

Y al ver, al ver la pantalla encendida, vio un nombre que lo puso en tensión. ¡Era María! Su corazón palpitaba deprisa, parecía salirse de su lugar, se puso profundamente nervioso y empezó a sudar. Se sentó para no caer, pues se sentía desvanecer.

- ¿Qué querrá? -se preguntó-.

Vio que había dejado un mensaje. Tenía miedo de abrirlo, de ver que quería decirle.

- ¿Estará molesta?, ¿me querrá recriminar por algo?

Pedro tardó un largo rato en decidirse a abrir el mensaje, por fin, cuando reunió fuerzas suficientes decidió dar el paso. Ahora sí que su corazón estaba fuera de sí, tan fuera de sí que no tenía ningún control sobre él.
Pulsó el botón del mensaje:

- Hola Pedro. Te pido perdón por no haber sido lo suficientemente valiente y no haberte llamado, pero no me vi capaz de expresar lo que quería decirte. Sé que no he sido la mujer más honesta y clara contigo, que he dedicado mi atención a otras personas, que parecía que tú no me importabas nada. Pero, esto no es así...
¡Me importas!, me importas más de lo que piensas y de lo que yo misma creía.
Al escribirte esto no puedo ocultar que lo hago con lágrimas en los ojos. No pensé que pudiese pasarme eso a mí, pero tengo que ser sincera y no dejarme llevar por la cobardía.
Sin que tú lo supieses yo muchos días te miraba, te contemplaba y suspiraba por ti. Sin embargo, lo ocultaba, fingía no prestarte atención o que me importases. Eso ya ha acabado, y mi corazón me está diciendo con fuerza que tengo que decírtelo, que no puede pasar más tiempo sin que lo sepas.
¡Te quiero Pedro!, y quiero estar contigo, junto a ti, a tu lado.
Sé que me puedo sentir rechazada, que no me aceptes por despecho, porque yo no te trate bien, como merecías. Pero estoy dispuesta a asumir el riesgo, a que me rechaces, a quedarme abandonada y sola.
Es lo que quería decirte, he sido sincera contigo y conmigo. Te quiero Pedro.
Ya me dirás... Estoy esperando tu llamada.
Un beso

María

Pedro, tras leer el mensaje, no sale de su aturdimiento. Se siente mareado, no cree lo que está ocurriendo, lo que acaba de leer. Cree sentirse en una pesadilla. Va al baño a lavarse la cara, a despejarse, a despertarse. Se mira fijamente al espejo.

- ¿Es posible que esto esté ocurriendo? -se pregunta incrédulo Pedro-.

Pedro vuelve a su escritorio a leer de nuevo el mensaje, a comprobar si ha tenido algún sueño, alguna alucinación. Lo comprueba de nuevo y otras dos veces más. ¡Es cierto, es real!

- ¡Madre mía! -dice Pedro con una enorme sonrisa-

Si antes había perdido por completo la ilusión y la alegría, ahora estaba rebosante de ellas. Sonríe de oreja a oreja, sus ojos chispean y su corazón ya late de una alegría no contenida.

- Tengo que llamarla. Esto no va a ser nada fácil, pero allá voy, ya no me paro.

Pedro pulsa el icono de María en la pantalla, suena  la llamada...

- Hola María..., soy Pedro...

- ¡Hola Pedro!

- No sé que decir. -Pedro rompe en llanto-

- No digas nada, amor. Voy ahora a verte.

Pedro ya no puede hablar, ha finalizado la llamada, llora, llora de alegría, mientras espera a María.


viernes, 21 de marzo de 2014

Las barreras





¿Qué barreras se le pueden poner al amor?

¿Qué barreras en tan extenso campo y a tan hábil cazador?
¿Qué freno a tan impetuosa fuerza y a tan inesperada aparición?
Luego, ¿qué sentido tiene ir contra los propios sentidos y el sentimiento que emana de ellos?
Tarea vana y, a menudo, tiempo perdido.
Pues el amor, pese a su fama, no es enemigo completo de la razón.
No cerremos demasiadas puertas pesadas con innumerables candados en torno al amor.
Ya que, lo que pueda hacer el amor, se atreverá a intentarlo el amor. 1


1. W. Shakespeare. Romeo y Julieta.

sábado, 15 de marzo de 2014

La espera



Son las cuatro de la tarde y todavía no ha sonado el teléfono,  esperamos que lo hará.
 Vivimos en la impaciencia y con la ilusión porque la persona querida haga sonar ese sonido que nos hará vibrar.
Cómo describir estos momentos, cómo no recordarlos, pues marcaron y marcan aquello que dio y da sentido a tantos de nuestros días.
En lo relativo al amor apenas se miran los sacrificios, apenas los costes, pues se hacen con abundante generosidad.
Y ya, cuando por fin suena, cuando por fin vemos su imagen en la pantalla, entonces todo el tiempo se concentra en un instante y parece desaparecer.
- Hola...
Las palabras expresan sentimientos difícilmente expresables, imposibles de valorar y menos de cuantificar.
Palabras y sentimientos tras ese bendito acto de esperar.

miércoles, 12 de marzo de 2014

El sentimiento del amor

Este escrito fue publicado el 14 de febrero de este año 2013 en el blog ¿Es posible la paz?


El día de San Valentín le dedico un tiempo a uno de nuestros más íntimos sentimientos, al del amor. Porque es precisamente en este terreno, en el del amor, donde más solemos fallar, tanto hombres como mujeres. El amor, tan nombrado y tan frecuentemente descuidado y olvidado.
Muchas veces, más de las que reconocemos, vivimos unas vidas demasiado marcadas por las prisas, por la falta de tiempo, por el ritmo que otros nos marcan y del que no somos capaces de sustraernos ni siquiera en los momentos que debían ser para nosotros. Anteponemos, sin pensarlo, lo material a nuestros más íntimos sentimientos. Edificamos nuestra existencia con armazones que sustentan y protegen nuestra intimidad, pero muchas veces dejamos fuera lo que más valía, aquello que en realidad nos llena la vida. Así, contemplamos con resignación como lo mejor de nosotros se queda dentro, pero no acaba saliendo, no se acaba expresando. 

Creamos unas vidas un tanto vacías, cuando a mano tuvimos los ingredientes para llenarlas, para colmarlas y darles sentido. Vivimos más por vivir que por querer vivir.Necesitamos a alguien y lo dejamos ir. Desaprovechamos el tiempo cuando debimos de utilizarlo. Perdimos la ilusión cuando debimos mantenerla. Hicimos bastantes  cosas mal y bastantes más por no aprender de ellas. Necesitamos a otro, como otro nos necesita a nosotros. Somos seres humanos que necesitan de los sentimientos, del buen uso de los sentimientos.


Nota:
La celebración de San Valentín, en febrero, coincide con antiguas celebraciones de la fertilidad y del despertar de la vida y la tierra tras un invierno que se va acabando. Tenemos, entre otros muchos ejemplos, la festividad de Lupercalia por los romanos o en el País Vasco la de los ioaldunak de Ituren y Zubieta, en Navarra, que hacen sonar grandes cencerros para despertar a la tierra tras el periodo invernal.
No olviden tampoco, que gran parte de la fauna silvestre empieza en este mes la época de cortejo. Verán, por ejemplo, si caminan por los campos de la Península Ibérica, a la perdiz común ya emparejada. A ellas también les llegó el tiempo del amor.

sábado, 8 de marzo de 2014

Las batallas del amor

donnaDomenitzo. Huntress of Mars

De las batallas que vivimos en la vida hay pocas que duran y perduran tanto como lo hacen las del amor. Pues cuando ya llegan nuestros últimos días  las luchas a las que dimos más importancia, como pueden ser las que se llevaron a cabo por obtener más poder e incluso por más riqueza, se vuelven triviales comparadas con las del amor. 
Cómo no lamentarse y sentir incluso remordimiento por no haber dado los pasos adecuados, por haber dicho que no o por no haber expresado un claro sí cuando se debió hacerlo. Y, ¿cómo corregirlo cuando ya no hay tiempo ni oportunidad para ello?
Es cierto que la vida es como un río donde hay que vivir con el espacio y el agua de cada momento. Pero también es cierto que el ser humano no puede vivir sin, ni puede impedir sus más íntimos sentimientos. Sentimientos que vuelven del pasado a través de nuestro propio pensamiento.
Cómo fallamos y perdemos en el amor y cómo, pese a ello, seguimos creyendo en él. Pues pese a su dolor, el dolor de sus batallas a menudo perdidas, son mayores sus beneficios: los de la ilusión, la esperanza, la pasión, la alegría y la luz que comporta a nuestras vidas.